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EMILIA CORTÉS IBÁÑEZ
IN MEMORIAM GRACIELA PALAU DE NEMES
Empecé a hacerle preguntas a J.R. del Siglo de Oro, de la
historia de España y de América, etc., y de allí surgió que Juan
Ramón y Zenobia me invitaran a su casa para que él me ayuda-
ra con mis asignaturas. Y se volvió mi mentor. […] Y, a la hora
de escoger tópico para el doctorado, le dije que quería escribir
sobre él.
Zenobia […] salía mucho a almuerzos y tés (sin J.R., claro).
Me invitó a ir a su casa todas las tardes que no teníamos que
enseñar, así J.R. no se quedaba solo. Entonces, claro, ¿pedirle al
muerto si quiere mesa? Yo iba a cada rato.
[…] Cuando de veras conocí a la verdadera Zenobia fue
en Puerto Rico. Lo leerás en las cartas. ¡Cómo me ayudaba
leyéndole a J.R. todas las noches lo que yo escribía, diciéndome
o poniendo a mi disposición sus papeles en la Sala, que aún no
eran públicos. Ya J.R. no era el mismo, siempre enfermo, pero
ella aprovechaba para que yo lo interesara a él en sus cosas y él,
a veces, correspondía y me ayudaba.
Emilia, creo que ella es la persona a quien más he admira-
do en mi vida. Era recta, simpática, leal, agradecida, graciosa,
ocurrente. Me queda la satisfacción de haber intervenido para
que obtuviera lo que más deseaba para su marido, pero nunca
puedo evitar, al recordarla, que se me salgan las lágrimas.
[…] Zenobia y J.R. cambiaron el ritmo de mi vida y quería
que supieras por qué caminos los conocí tan de cerca.
Nos deja muy claro el proceso y la relación con los Jiménez.
Todo esto que me transmitió, por escrito y de manera ordenada,
antes, cuando la visité en su casa de Maryland, ya me lo brindó de ma-
nera espontánea, con sentimiento y reviviendo cada momento. Volví
en varias ocasiones y pasábamos el día sin parar de hablar del mismo
tema que nos unía, y ella acostumbraba a decir: «Estos días equivalen
a un curso de doctorado».
A mí, que ya estaba atrapada por la personalidad de Zenobia, este
encuentro con Graciela y las interminables conversaciones con ella me
llevaron más hacia la estela, hacia el rastro de Zenobia… Y cinco años
después estábamos presentando la coedición del Epistolario 1 de Zeno-
bia, acontecimiento que la trajo a Madrid, a Huelva y también a Alman-
sa. Comentamos, hablamos, surgió la figura de Guillermina Medrano de
Supervía; se habían conocido en Washington y sus vivencias la llevaron
a escribir “Guillermina Medrano de Supervía en Washington”, que apa-
reció en Al-Basit, 2009. Le dije que sería un honor tenerla en el comité
científico de nuestra revista, y aceptó encantada.
Graciela volvió a España en 2010, a La Rábida, para participar en