AL-BASIT 67 • PÁGS. 99-138 • INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL» • ALBACETE • ISSN 0212-8632
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parroquia de Santa Catalina, eran enterradas en los vasos o criptas
que el concejo disponía en esta última5.
En cambio, sí aparece que la fábrica6 disponía de un ataúd
que alquilaba a la familia del difunto o a la cofradía en el caso de
que perteneciera a alguna, para su traslado desde el domicilio hasta
el templo y luego a la sepultura. Después el cadáver se enterraba
con un sudario de tela, de mejor o peor calidad según la disposición
un almacén anexo al cementerio junto con los útiles para abrir las
sepulturas y bajo responsabilidad del sepulturero7. En tiempos de
prosperidad económica siempre algún feligrés pedía ser enterrado
amortajado con un determinado hábito8 y solo los muy pudientes
solicitaban un ataúd con tapa o forrado de diversas telas, especial-
mente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Eso sí, con la pre-
5 El sepulturero o enterrador debía “de habrir las sepulturas que cualquier vezino le mandara
abrir para enterrar los cadaveres, pagandole tres reales de vellon cada uno, y despues de
enterrados, ha de ser obligado el suso dicho a cubrirlos de tierra, como tambien a quitar y
(AMC, Libro 6
de actas capitulares, s/p).
6 Por fábrica hay que entender un fondo de dinero y contabilidad que llevaban las iglesias
destinado únicamente para su mantenimiento, reparaciones o ampliaciones, y también a
costear los gastos del culto divino.
7 En el inventario de 1568, primero que he conocido, ya aparece “una caxa para los difuntos”,
aunque su uso era anterior (Archivo parroquial de Santa Catalina, APSC, Libro de cuentas
de fábrica y visitas, 1500-1595, f. 107v). En su testamento de 1782 el rector Cristóbal
Antonio Marín y Malla ordenaba que “es mi voluntad que mi cadaver sea enterrado sin
ataud, pero para llevarle á enterrar quiero se me haga un Ataud con quatro Asas de Yerro,
sin tapa, y sin aforro alguno, si solo dado un color ordinario nuevo, ó negro, el qual concluido
mi Entierro, sepultado ya mi cadaver, se buelba á la referida Parroquia, en la que se guarde
en lugar destinado para ello, el que sirva unicamente para los Pobres que mueran en el
(Archivo
histórico provincial de Albacete, AHPA, Caja 3776, ff. 110r a 117v). En 1849 todavía existía
la costumbre de que la parroquia prestara un ataúd a la familia del difunto. Este año la
fábrica gastó “ y otros 77 reales “por
jornales y material para hacer una casita en el cementerio para colocar el ataud, mesa y
, en el cementerio de Santa Ana (APSC, Libro de cuentas de
fábrica de Fábrica, 1805-1905, ff. 126r y 127r).
8 Los hábitos o túnicas más solicitados eran el de la Virgen del Carmen, con y sin capa, y el
de San Francisco. También hay hábitos de Santa Rita y “de Ntro. Pdre. Sn. Fco. de la Villa de
. Caso aparte es el de Francisco Requena Exea que pide ser “amortajado con Abito
de Ntra. Señora del Carmen y de la tercera Orden de Ntro. P. Sn. Fco. de esta Villa, poniendo el
del Carmen debajo y el de Sn. Franco. encima y con (AHPA, Caja 3775,
ff. 125r a 128v). Los modestos pedían sus propios trajes o vestidos, y los más humildes o
pobres nada prevenían pues solo se llevaban las únicas ropas de que disponían.