Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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ABSTRACT: From the beginning
of the 13th century, Catalan-Ara-
gonese and Castilian-Leonese
would come together in their
conquests in the eastern penin-
sula. Despite Cazola’s agreement,
there would be incursions by one
and the other, on the territory ad-
judicated in the treaties.
KEYWORDS: Sharq Al-Andalus;
Abu Zeid; Cazola; Jimenez de
Rada; Cuenca; Albacete; Albarra-
cín.
RESUMEN: Desde principios del
siglo XIII catalano-aragoneses y
castellanoleoneses 
sus conquistas en el Levante pe-
ninsular. A pesar del acuerdo de
Cazola se producirían incursio-
nes de unos y otros, sobre el terri-
torio adjudicado en los tratados.
PALABRAS CLAVE: Sharq Al-Án-
dalus; Abú Zeid; Cazola; Jiménez
de Rada; Albacete; Cuenca; Alba-
rracín.
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ
AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
CASTILIANS AND ARAGONESE ON THE BORDER OF SHARQ
AL-ANDALUS IN THE 1ST HALF OF THE XIII CENTURY
A
Centro de Estudios Locales de Yecla
y Norte de Murcia.
aniketolop@gmail.com
Como citar este artículo: López Serrano, A. (2023). Castellanos y aragoneses en
la frontera del Sharq Al-Ándalus en la 1ª mitad del siglo XIII. Al-Basit (68), 5-44.
http://doi.org/10.37927/al-basit.68_1
Recibido/Received: 05/03/2023
Aceptado/Accepted: 23/05/2023
INTRODUCCIÓN
El objetivo fundamental del presente trabajo es analizar las
relaciones entre los monarcas castellanos y aragoneses en respecto
con la frontera del Sharq Al-Ándalus,-
chas controvertidas. También se aborda la dialéctica mantenida por
catalano-aragoneses, navarros y castellanoleoneses
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ejercida por el papado y los episcopados desde principios del siglo
-
fuso por la minoría de edad de los monarcas (almohade, catalano-
aragonés y castellanoleoneses) en un territorio de frontera some-
tido a frecuentes incursiones y en el que se jugaban intereses muy
complejos de reyes, señores y prelados. Con testimonios de la época
recogidos en crónicas y diplomas expedidos por monarcas, papas
y prelados y conservados en diversos archivos, se busca determi-
nar los objetivos e intereses de los personajes que actuaron sobre
la frontera de Sharq Al-Ándalus, resolver interpretaciones divergen-
tes y sincronizar fechas y motivos que impulsaron a los principales
protagonistas de los hechos. Analizar y contrastar las diversas infor-
maciones que nos proporcionan las fuentes vaticanas, castellanas,
catalano-aragonesas, navarras e islámicas en un esfuerzo de síntesis
   
inter fronterizos y a la conquista de la Manchuela albacetense.
Los principales aspectos a tratar serán: 1) Antecedentes: la
situación del Sharq Al-Ándalus en el siglo XIII; 2) Actuaciones de con-
quista con Pedro II y Alfonso VIII y su paralización por la minoría de

del papado y los obispos en la situación de la frontera; 4) Descom-
posición del imperio almohade y reactivación de las conquistas con
Fernando III y Jaime I; y 5) Enfrentamientos entre los arzobispos de

entre castellanoleoneses y catalano-aragoneses y su resolución pro-
visional por el Tratado de Almizra.
1. ANTECEDENTES: LA SITUACIÓN DE EL SHARQ AL-ÁNDALUS
DESPUÉS DE LA BATALLA DE ALARCOS
A partir de la batalla de Alarcos los almohades controlaron
Sharq Al-Ándalus. Al ocuparlo lo dividieron en
dos gobernaciones: Murcia con Chinchilla, Orihuela, Villena y Ali-
cante; y Valencia con Denia, Játiva y Alzira, fragmentación que con-
dicionó de manera decisiva el futuro de la frontera castellano-ara-
gonesa en esta parte del territorio peninsular. El hijo del Rey Lobo,
, fue nombrado gobernador
Aniceto López Serrano
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ycon sus hijos en Denia, Játiva
y Alcira (Eiroa y Gómez, 2019, 39 y ss.; Miret, 1904, 16, 459 y ss;
Zurita, II, xlvii). Esta situación de bonanza se prolongaría hasta más
allá del primer cuarto del siglo XIII. Las prospecciones arqueológi-
cas realizadas recientemente evidencian un importante desarrollo
urbanístico de las villas con un aumento de la población y un eleva-
do grado de esplendor por la aportación de la inmigración de clases
cultas y artesanales procedentes de las tierras del Valle del Ebro y
de la Mancha conquense desde principios del siglo XII y el asenta-
miento de tropas licenciadas después de la desastrosa campaña de
Huete. Este aumento poblacional fue paralelo al reforzamiento de la
trama de castillos que garantizaban la seguridad de las vías de co-
municación en los ejes Murcia-Valencia-Lérida y Murcia-Chinchilla-
interior peninsular (Huici, 1956, pp. 255 y ss.; Codera, 1889; Epalza,
1989, I, pp. 129-140; Rubiera i Epalza, 1987, pp. 90 y ss.; Chalmeta,
1989, I, pp. 13-82; Azuar, 1997, pp. 11-22; 2000, pp. 471-499; 2004,
pp. 11-22).

de comunidades rurales libres, que propició la potenciación de las
antiguas ciudades y la creación de numerosos núcleos poblacionales
por todo el territorio del Sharq Al-Ándalus. La inmensa mayoría de
las actuales localidades de Albacete, Murcia, Alicante y Valencia tie-
nen su origen en la época islámica. Al producirse la ocupación cris-
tiana los pobladores que vinieron del norte a colonizar las tierras,


-
 (Barceló, 1982; López, 1999, pp. 267-277; 2002,
pp. 68 y ss.; Jiménez y Simón, 2017, pp. 219 y ss.; Pretel, 2011).
Las condiciones de vida de los andalusíes resultaban envidia-
bles despertando la codicia de los feudales del norte que pondrían
en marcha una política agresiva que durará siglos (Chalmeta, 1989,
pp. 13-82). La consolidación del poder almohade -incorporó Al-Án-
dalus al imperio con base en el Magreb- y su radicalización religiosa
contribuyeron al resurgimiento en toda Europa -y en especial en los
reinos hispánicos- del espíritu de lucha para hacer frente al avance
de la yihad. Por otro lado, la mística religiosa de las cruzadas predi-
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cadas por los papas alentó y acrecentó la necesidad de retomar las
conquistas. A todo ello contribuyó la aparición de factores como la
«
 [que] 

» y la evolución y desarrollo del armamento militar
que situó a la aristocracia guerrera cristiana en condiciones de su-
perioridad frente a sus competidores y enemigos: los imperios islá-
micos de Oriente y del Norte de África (Alvira, 2003, pp. 105 y ss.).
Esta superioridad militar del norte peninsular puso al alcance de la
mano la conquista de la casi totalidad del territorio de Al-Ándalus.
La derrota de Alarcos en 1195 fue un aldabonazo para los
obispos y reyes de la península. Sancho VII de Navarra, Alfonso II de
Aragón y Alfonso VIII de Castilla, con la sonada ausencia de Alfonso
IX de León, se reunieron al año siguiente en Ágreda: «rex Nauarre,

» (Marichalar, 1934, p. 38) presionados por el papa Ce-
lestino III para concentrarse en la lucha y en frenar la expansión
islámica, despertando el espíritu de «cruzada» ante la «yihad». El
encuentro debió de producirse a mediados de marzo de 1196 ya
que, pocos días después de las vistas, concretamente el 21, está do-
cumentada la presencia de Alfonso II en Zaragoza y el 29 la de Alfon-
so VIII en Lagunillas y la de Sancho VIII en Olite. La reunión debió de
ser infructuosa. No hay constancia documental de acuerdo alguno
y, además, los navarros y Alfonso IX de León siguieron hostigando
a los castellanos y el monarca aragonés marchó de inmediato a sus
estados del , falleciendo en Perpiñán el 25 de abril del año en
curso. Le sucedió su hijo Pedro II, sometido a la dirección y caute-
la de su madre la infanta castellana doña Sancha hasta cumplir los
veinte años (Miret, 1904, 16, p. 470-471 y 1905, 18, p. 81; González,
1960, III, p. 856; Zurita, II, xlvii).
Pedro II siguió manteniendo la alianza con Castilla, en la
perspectiva del antiguo objetivo de repartirse el reino de Navarra
aprovechando que Sancho el Fuerte se desplazó al norte de África
en connivencia con el rey de León para negociar un tratado con el
califa almohade. Castellanos y aragoneses se lanzaron a la ocupa-
ción de plazas navarras, lo que supuso el paso de Vitoria, Guipúz-
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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coa y el Duranguesado a Castilla y algunas poblaciones fronterizas
a Aragón. En septiembre de 1200 se verían de nuevo en Ariza (Za-
ragoza)
Pedro II (Charlo, 1984, p. 17; Jiménez de Rada, 1989, lib. 7º, cáp. xxx;
Fortún, 2000, pp. 471 y ss.). La corona catalano-aragonesa enfocaría

al constatar el fracaso de su expansión más allá de los Pirineos. Igual
sucedió con la de Castilla al frustrarse sus intentos de consolidar
tras perder la Gascuña, territorio incluido
en la dote de Leonor, la esposa de Alfonso VIII (Miret, 1906, 20, pp.
245-246; González, 1960, III, p. 861).
Según Ubieto (1981, pp. 278 y ss.) sería a partir de 1200
cuando resurgiría en la nobleza aragonesa el espíritu de frontera. Lo
asimila al «» de Alfonso I y Alfonso II de Ara-
gón, pero quizás-
nando sobre estos conceptos
acometidas por el papado y los monarcas hispanos, los engloba y
sola idea. Para los papas suponía «la restaura-
-
sal
-
», mientras que el concepto desarrollado
por los monarcas hispanos, sobre todo por los castellano-leoneses,
se entendía como «

». La síntesis de ambos planteamientos es denominada por
Alvira Cabrer (2016, p. 2) como «», sien-
    
 aunque       
». El papa Inocencio III trató por todos los medios de im-
pulsar ese espíritu de cruzada (Smith, 2016), aunque el requisito
indispensable para ganar la guerra era conseguir la paz entre los
reyes cristianos y a ello dirigió todos sus esfuerzos, desaconsejando
un ataque general sin haber conseguido antes la reconciliación de
los cinco monarcas (Mansilla, 1954, pp. 19 y ss.; Runciman, 1985, III,
pp. 105 y ss.).
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2.
LAS PRIMERAS ACTUACIONES DE LOS CATALANO-ARAGONESES
Y CASTELLANOLEONESES EN LA FRONTERA DEL SIGLO XIII
2.1. El reinicio de las conquistas por Pedro II en el Sharq
Al-Ándalus
Al subir al trono en 1196, Pedro II el Católico era consciente,
asumiendo los valores de cruzada y guerra santa, de las dos derrotas

la pérdida de Jerusalén en 1187 y la derrota de Alarcos en 1195. Al
recobrar la plena capacidad para regir sus reinos se hizo coronar
por Inocencio III y renovó el vasallaje del reino de Aragón a la San-
ta Sede. Conocedor del tratado de Cazola por haber convivido es-
trechamente con su padre, se plantearía retomar las conquistas del
Sharq Al-Ándalus solicitando del papa que enviara un legado ponti-

hacia el centro de la península. El 6 de junio de 1202 concedía a Be-
renguer de Entenza el castillo de  incluidos los términos
de Alpuente, Bejís, Liria y Calzada pertenecientes a la gobernación
almohade de Valencia, 

 ». En octubre de 1203 donaba el lugar de 
llamado  por los musulmanes –hoy Vistabella del Maes-
trazgo–, y  que era conquistada por Pedro Ladrón,
localidad que le había sido concedida en 1198.

con el paso del tiempo, volviéndose a ver en Campillo en 1203 para
resolver algunos problemas de deslinde entre las poblaciones de
la frontera. Miret y Alvira sitúan la reunión en septiembre, al pa-
recer, en los meses de agosto, septiembre, octubre y noviembre,
Alfonso VIII no se movió de Carrión y sus alrededores, por lo que el
encuentro debió ser en julio. Zurita la sitúa en 1204, algo
de defender pues Pedro II pasó prácticamente todo el año más allá
de los Pirineos, resolviendo problemas con sus vasallos, contrayen-
do matrimonio con María de Montpellier y desplazándose a Roma
para ser coronado por el papa. Únicamente hay documentado un
viaje relámpago a Zaragoza en julio de 1204 y no volvería a Aragón
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 11
hasta marzo de 1205, cruzando de nuevo los Pirineos en agosto, y
no volvió a regresar
En 1204 insistía ante el papa para conseguir ayuda y proce-
der a la conquista de Mallorca, ocupada por los almohades el año
anterior. No obstante, temiendo la reacción de los africanos aplaza-
ría las incursiones y enviaría una embajada al califa marroquí para
apaciguarlo y evitar represalias sobre las costas catalanas, centrán-
dose en reforzar las defensas de la frontera y entregándolas a las
órdenes militares (Alvira, 2010, I, p. 315 y doc. 404, p. 531; Mansilla,
1954, pp. 45 y ss.). El monarca empleó estos años en resolver los
problemas de sus estados en el Languedoc, Provenza, Marsella, y en
Italia y Montpellier, la defensa de sus vasallos e intentando su divor-
cio con María, sin conseguirlo (Miret, 1906, 20, 21 y 22, pp. 240 y
272, 274-284, 365 y ss.; Alvira, 2010, II, doc. 293, p. 523; González,

Sede, el monarca hispánico más imbuido por la idea de cruzada re-
tomaría la idea de conquista, tal y como se desprende que el 22 de
noviembre de 1208 donara a Guillem de Cervera el lugar de -
 entonces en el distrito islámico de Tortosa y luego asignado al
Reino de Valencia, «
» (Alvira, 2010, II, doc. 832, p. 910).
Según Zurita (II, lx), Pedro II fue el primero en proyectar el
avance de las conquistas sobre el territorio valenciano en una reu-
nión en Monzón con obispos, nobles y milicias de Aragón y Cataluña

III, 23, p. 511)1 cuestiona que fuera así, o al menos, que sucediera
como plantea Zurita ya que no han aparecido documentos que lo
  uso en
práctica de inmediato pues desde Monzón marchó allende los Piri-
neos para mediar en los recurrentes problemas entre sus vasallos.
Sería ya a primeros de junio de 1210 cuando acomete la decisión to-
mada en Monzón asediando los castillos de 
1 M. Alvira Cabrer (2003) establece como fuente de tal información a A. Azzaqui (
  , Kenitra, Universidad lbn Tofsil, 1996, t. 1, carta núm.
63, pp. 257-259, de la traducción francesa de P. Buresi). Hay otra edición árabe y estudio
de M. Miftàh o Meetah,    , Tesis doctoral inédita, Universidad
Complutense, 1990, carta núm. 31, p. 121.
AL-BASIT 68 • PÁGS. 5-44INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL»ALBACETEISSN 0212-8632
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. El 24 daba carta puebla a Castelhabib y el 26 dona-
ba a la Orden del Hospital su iglesia con los diezmos y primicias. Ese
mismo día concedía amplias franquicias a quienes fueran a poblarla
y donaba, en recompensa por la ayuda militar prestada, a Artal de
Alagón II -padre de don Blasco- el Castell de Cabres y sus aldeas de
 -situado junto
a en la frontera con Morella- para repoblarlos. Al-Nasir
interpretó estas actuaciones de castellanos y aragoneses como una
ruptura de la tregua y enviaría una expedición contra la ciudad de
Barcelona (Huici, 1953: II, Iº, 258; Gual, 1949: 419; Ubieto, 1981:
220 y ss. y 284 y ss.; Aguado et al. 1719: 58; Alvira, 2010, III, doc.
1025, 1071, 1079 y 1082, pp. 1057 y ss.; 2014, pp. 139-194).
En febrero de 1211, Inocencio III exhortó de nuevo al arzo-
bispo Jiménez de Rada y a otros obispos de Castilla y Aragón a lu-
char contra los musulmanes. La ofensiva papal buscaba apoyos para
los monarcas y no sólo ofrecía bienes espirituales sino también eco-
nómicos al autorizar, mientras durase la guerra, la cesión a reyes
y señores de parte del derecho de los obispos a percibir diezmos
y primicias de las tierras conquistadas. Nobles y órdenes militares
podrían disponer hasta de la mitad de dichas rentas para afron-
tar, de modo que
todos ganaban (Alvira, 2010, III, docs. 1116-1117, pp. 1176 y ss.;
Goñi, 1958: 223; Huici y Cabanes, 1976, doc. 23, p. 60; Díaz y Guinot,
2008: 63-88; Royo 2016, pp. 247-279). El objetivo era generar un
-
rritorios. En marzo de dicho año, Pedro II hacía saber en Barcelona
su decisión de combatir de inmediato a los musulmanes de Valencia
y de reunir una asamblea general para decidir la recaudación y es-
tablecer un nuevo bovaje2 para afrontar los gastos de la lucha contra
los almohades. También preveía un posible ataque sobre Cataluña
como represalia por las conquistas realizadas, ataque que termi-
nó sucediendo (Alvira, 2010, III, doc. 1087, p. 1147 y doc. 1126, p.
1187; Guichard, 2001, pp. 158-159).
2 El  era un impuesto cobrado por los condes catalanes con base en las parejas de
bueyes. Se ampliaría con el paso del tiempo.
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 13
2.2. Reinicio de las conquistas por los castellanos
Inocencio III animaba a los arzobispos y obispos de Hispa-

recuperar las antiguas poblaciones cristianas «mancilladas» por los
-
zobispo Jiménez de Rada que, en febrero de 1209, había sustituido
en la sede toledana a Martín López de Pisuerga y le ponía a Pedro II
como ejemplo a seguir.

cumplía el plazo de las treguas concertadas por diez años con el cali-
fa al-Nasir. Don Rodrigo Jiménez de Rada secundaría diligentemente
el impulso papal concitando la unión de los reinos hispánicos para
frenar el avance almohade y retomar las conquistas paralizadas con
la derrota de Alarcos en 1195 (Mansilla, 1954, pp. 28; Alvira, 2010,
III, doc. 1097, p. 1160; 2016; Goñi, 1958, pp. 102 y ss.; Gorosterrat-
zu, 1925). Ya en 1209 -un año antes de concluir las treguas y coin-
cidiendo con la designación de Jiménez de Rada como arzobispo de
Toledo (Crespo, 2015, p. 10)- más de 150 caballeros y 1.500 peones
procedentes de Castilla, más otros 50 aragoneses, penetraban en
Jaén por la sierra de Segura y por Andújar, llevando a cabo correrías
y consiguiendo un elevado botín de prisioneros y ganados. Según la
carta de secretario de
 eldirigida a Alfonso VIII, al-Nasir acusó al mo-
narca castellano de romper las treguas en vigor. El 16 de febrero de
1210, Inocencio III se hacía eco de los deseos de Pedro II y ordenaba
al arzobispo de Toledo y a sus sufragáneos que atrajeran a Alfonso
VIII para apoyar su proyecto de guerra contra los mahometanos (Ji-
ménez de Rada, 1989, lib. 7º, cáps. xxiv-xxv; Viguera, 1992, p. 309;
Alvira, 2010, III, doc., 106-107, p. 1.058 y 2016, p. 6, doc. 1023 y ss.).
Alfonso VIII, por iniciativa propia
arzobispo y antes de que Pedro II llevara a cabo la conquista de Ade-
 -posiblemente para garantizar las con-
quistas castellanas hacia el sureste de la península-
repoblación en la frontera del Sharq Al-Ándalus entre el 1 de junio y
el 24 de agosto de 1210 según consta en un documento por el que
Pedro García y su hermano Fortún manifestaban su deseo de repo-
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blar Moya (González, 1980, I, p. 118). Alfonso VIII y su primogéni-
to don Fernando trataban de presionar sobre el territorio islámico
para hacer avanzar la frontera por Levante, una marca estabilizada
por los frecuentes desplazamientos del monarca aragonés al norte
de su reino para dilucidar otros asuntos. El arzobispo toledano, si-
guiendo las recomendaciones de Inocencio III, continuó ofreciendo
gracias espirituales a los que fueran a luchar contra los mahometa-
nos.

        

En junio de 1211, alentados por las actuaciones de Alfonso
VIII y su hijo -el infante don Fernando- y por las del arzobispo de To-
ledo, tropas castellanas partían de las localidades conquistadas en
1176-1184 para abordar una incursión, posiblemente prospectiva,
sobre el Sharq Al-Ándalus «-

» (Porres,
1993, 170; González, 1960, III, pp. 879). La expedición debió ser al
-
dio de la fortaleza de Salvatierra por el califa al-Nasir que, vencida la
rebelión de , había
partido de Marraquex el 2 de febrero de 1211 hacia la península.
Cruzó el estrecho y se dirigió al centro para represaliar las acciones
de castellanos y catalano-aragoneses en territorio islámico. En julio
llegaba a Sevilla poniendo sitio a Salvatierra, emplazamiento cerca-
no a Despeñaperros, con el objetivo de abrir las puertas del camino
hacia Toledo y centro peninsular. Alfonso VIII, que se encontraba en
Cuenca,-
sibilidad de que la hueste castellana pudiera levantar el asedio, in-

hispánicos para hacerle frente. A últimos de octubre o primeros de
noviembre de 1211, después de que su primogénito don Fernando
falleciera, Alfonso VIII se encontraba de nuevo en Cuenca preparan-
do otra incursión con las mismas fuerzas concejiles que la anterior
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 15
para llevarla a cabo desde Alarcón (Huici, 1953, pp. 261 y ss.; Alvira,
2010, III, doc. 1.195, p. 1.259). Jiménez de Rada lo puntualiza y con-
lib. 7º, cáp. xxxvi),
Pero su noble padre, que sólo encontraba en las hazañas el con-
suelo por la muerte de su hijo, formando un ejército de los suyos,
irrumpe en las tierras del sarraceno siguiendo el curso del río que
se llama Júcar, sitia el castillo que se llama Alcalá y conquista éste
y Jorquera, Garaden y Cubas, en los que se halló un gran número
de prisioneros de los agarenos y también un gran botín; una vez

a su patria cuando ya amenazaba el invierno.
Añade la (Rochwert, 2010, I, p. 285): «
-


». Pedro II acudió a la fron-
tera entrevistándose con Alfonso VIII, pero muy posiblemente no
para «», sino preocupado por los movi-
mientos de los castellanos y los nuevos preparativos que realizaban.
El encuentro sería amistoso y Alfonso VIII en lo sucesivo se limitó a
penetrar por la cuenca del Júcar, pero sin llegar a pisar el territorio
de conquista aragonesa, con milicias «

» (Porres, 1993,
pp.170 y ss; Pretel, 2014, pp. 94 y ss.). El monarca castellano nece-
sitaba la colaboración catalano-aragonesa para hacer frente al califa
al-Nasir y en Cuenca recibiría el compromiso de Pedro II para acom-
pañarle al año siguiente contra el mahometano: «
-


» (Charlo, 1984, p. 26). A partir
de dicha entrevista el interés de Alfonso VIII viraría hacia la próspe-
ra campiña andaluza. No ocurriría lo mismo respecto del arzobispo
de Toledo. El 23 de octubre de 1210, Pedro II cambiaba Ascó con
la Orden del Temple por las localidades de «-
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
», posiblemente tras la petición de Jiménez de
Rada, con quien pudo haberse entrevistado en Calatayud donde se
encontraba el monarca por esos días. El 12 de abril de 1211, le hacía
donación de la iglesia y mezquita de Serrella –lugar desaparecido
de localizar hoy– junto con las de  y

Castellhabib–: «

»- (Alvira, 2010, III,
doc. 1.116 y 1.118, pp. 1.176 y ss; Miret, 1906, 3, 24, p. 516 y 1908,
4, 25, p. 22; Almagro, 1959, III, doc. 21 y pp. 56 y ss. y 77 y ss.; Gonzá-
lez, 1960, III, pp. 879)3. Para el arzobispo don Rodrigo esta donación
en la frontera del Sharq Al-Ándalus supuso ampliar el territorio de
su iglesia sufragánea de Albarracín. Y con ello un importante avance
en la recuperación de otros lugares islámicos, además de un impor-
tante aumento de las rentas (Huici-Cabanes, 1976, I, doc. 29, p. 67 y
doc. 52, p. 115).
El arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, con intereses direc-
tos en la frontera y avalado por el encargo papal de recuperar para
la Cruz de Cristo las poblaciones de aquellos distritos episcopales
que en la antigüedad tardía pertenecieron a la sede episcopal car-
taginense y fueron trasladados por los reyes visigodos en 610 a la
sede toledana ante las incursiones bizantinas -
Saetabi y Denia-, aprovechó las coincidencias con el monarca ara-
gonés para aumentarlas
futuras actuaciones castellanas en la frontera del Sharq Al-Ándalus
pendiente de conquista (Alvira, 2014, pp. 139-194). La ampliación
del territorio suponía también mayors
fuentes de rentas que acrecentaban su capacidad competitiva frente
a la Orden de Santiago y a la sede episcopal de Cuenca y termina-
ría desembocando en  abierto con ellas (A.C.C.: I, caja 3, n.º
6-10; Muñoz, 1860, pp. 50 y ss.).
3 Archivo de la Catedral de Albarracín, leg. 1, fol. 1486, transcrito por Hinarejos 1210
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 17
3. LA PARALIZACIÓN DE LAS CONQUISTAS POR LA MINORÍA DE
EDAD DE LOS RESPECTIVOS MONARCAS.
3.1. Batalla de las Navas de Tolosa
Las gestiones de Alfonso VIII para hacer frente a al-Nasir que
marchaba amenazadoramente hacia el centro peninsular serían exi-
tosas al lograr la alianza con Sancho el Fuerte de Navarra y Pedro II
de Aragón. Vencidos los almohades en las Navas de Tolosa en julio

islámico en la península (Mapa 1). La reacción de los gobernado-
res mahometanos del Sharq Al-Ándalus no se hizo esperar. Ataca-
ron poblaciones recientemente conquistadas al desguarnecerse la
retaguardia cristiana: «
» (Jiménez de Rada, 1989, lib. 8º; Hui-
ci, 1916), aunque fueron recuperadas por los castellanos al año si-
guiente: «

» (Po-
rres, 1993, pp. 176).

Fuente: López, 2016
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3.2.    Sharq Al-Ándalus durante la minoría
       

Al volver Pedro II a Aragón su intención de continuar con la
conquista del territorio valenciano se frustró por tener que marchar
al Midí en ayuda de su vasallo, el conde de Tolosa. El 10 de septiem-
bre de 1213 estaba en Muret, donde encontró la muerte combatien-
do frente a los que batallaban contra la herejía albigense (Porres,
1993, pp. 181;  8 y ss.; Miret, 1906-1908, p. 105,
Alvira, 2010, II, doc. 898, pp. 978, doc. 1.074, p. 1.128; doc. 1.212, p.
1.279, doc. 1.558, p. 1.575; Pallarés, 1909, 219 y ss.). En Castilla, la
situación inestable y revuelta de la monarquía no era muy distinta.
El primogénito de Alfonso VIII había fallecido en 1211 y en octubre
. A los pocos
días falleció la reina Leonor, quedando como heredero un niño en-
fermizo de 10 años, Enrique, que también perecería por accidente
en 1217.
Jiménez de Rada se ocupó de recabar apoyos en Europa en-
tre 1211 y 1213 para combatir a los almohades y conseguir la pri-
macía de la sede toledana. Para ello viajó a Roma y Francia y recibió
numerosas mercedes de Alfonso VIII y de Enrique I. En noviembre
de 1213 obtuvo del papa Inocencio III la legalización canónica de la
diócesis de Albarracín-Segorbe como sufragánea de Toledo, lo que
le sirvió de coartada para impulsar nuevas incursiones de conquista
sobre el Sharq Al-Ándalus. También logró que el IV Concilio de Le-
trán tratase la primacía de la sede toledana sobre las de Tarragona,
Braga, Santiago y Narbona, pero solo consiguió un cierto reconoci-
miento de ellas que no obligaba a sus arzobispos a someterse a la
primacía del toledano (Loperráez, 1788, pp. 10 y ss.; Porres, 1993,
pp. 171 y ss.; García, 1989, p. 86; Gómez, 2019, p. 260; Gorosterrat-
zu, 1925, pp. 160 y ss.). Berenguela, hermana de Enrique y casada
con Alfonso IX de León -el mayor enemigo cristiano de Castilla como
apunta su no participación en la batalla de las Navas-, le sucedería
en el trono hasta abdicar en favor de su hijo Fernando con tan solo
16 años (Jiménez de Rada, 1989, lib. 8º, cáp. xv y lib. 9; Porres, 1993,
pp. 171 y ss.; , 17; Charlo, 1984, pp. 21, 47 y ss., 184
y 186).
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 19
Pedro II había dejado por heredero un niño de seis años, ya
huérfano de madre, en poder de su vencedor Simón de Monfort en
Carcasona. Obligado por el Papa Inocencio III lo entregó a los tem-
plarios catalano-aragoneses, siendo reconocido por las Cortes de
Lérida en agosto de 1214. En 1216 el papa conformaba un consejo
asesor con el infante don Sancho como procurador del reino. Por
dicho documento sabemos que se habían pactado treguas con los
-
ración. Debieron coincidir con las acordadas por Alfonso VIII poco
-
nado en el castillo templario de Monzón, quedando el reino sumido
en una situación de desgobierno similar al de Castilla, con cruentas
luchas nobiliarias marcadas por la rivalidad de los tíos del rey que
le disputaban el trono. Con sólo nueve años logró escapar y marchar
a Zaragoza. Hasta 1225 se vio obligado a olvidarse de la conquis-
ta y emplearse a fondo en defender sus derechos sucesorios frente
a unos parientes decididos a arrebatarle la corona (Gual, 1949, p.
419; 1952, p. 74; Sanpere, 1910, II, pp. 580-694; , 10
y ss.; Miret, 2007, pp. 17 y ss.).
las treguas men-
cionadas pues también el imperio almohade había entrado en crisis
a raíz de las Navas de Tolosa. El derrotado,  vol-
vió a Rabat, falleciendo en 1213. Le sucedió, con apenas diez-quince
años, su hijo  II, que se tituló (Sánchez,
1978, I, pp. 393 y ss.). Las órdenes dadas por el joven califa a los
gobernadores de Al-Ándalus-
llano, unido a la minoría de edad de los respectivos monarcas, con-
tribuirían a la paralización de las conquistas. Mientras, 
trató de hacerse con el control del califato. «
-
 se haría también extensiva a la frontera catalano-aragonesa.
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COMPOSICIÓN DEL IMPERIO ALMOHADE Y REACTIVACIÓN
DE LAS CONQUISTAS POR CASTELLANOS Y CATALANO-
ARAGONESES
      
         

Las treguas se respetaron. Entre 1214 y 1217 no hay noti-
cias de actividades militares en la frontera del Sharq Al-Ádalus. Se
reiniciarían en 2017, después de la muerte de Enrique I y ascensión
al trono de Castilla de Fernando III -hijo de doña Berenguela- con Ji-
ménez de Rada como canciller. Honorio III le nombraría legado pon-

dirigida al arzobispo de Tarragona y sus sufragáneos, a los sufragá-
neos de Toledo y a los obispos de Burgos, Ávila y Plasencia, abades,
-

-

». También le reconoció el valor de cruzada a la nueva ofen-
siva que iba a acometer contra los moros (Goñi, 1958, pp. 141 y ss.;
Huici, 1970, III, pp. 227 y ss.). En noviembre de 1218 con el apoyo
de los monarcas de Castilla y León, el arzobispo de Toledo puso sitio
a Cáceres, pero se vio obligado a levantar el campo por las adversas
condiciones meteorológicas. También Sancho el Fuerte secundaría
la cruzada emprendida por el arzobispo en el Sharq Al-Ándalus. El
ejército navarro cruzó el territorio aragonés camino de la frontera

quien los (Porres, 1993, pp. 193) adjudican la di-
rección de esa incursión,
          
peones e Caballeros mas de ducentas veces mil, e entro en tierra
de Moros, de pan, de Aragón dia de S. Matheus Evangelista e priso
tres Castiellos, Sierra, e Sierreruela, e  –que habían vuelto a
poder islámico en la contraofensiva que siguió a la batalla de las
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 21
Navas–. Después cerco a Requena dia de S. Miguel, […] e non la
pudieron prender, e murieron y mas de dos mil Christianos, e tor-
náronse el dia de S. Martin, Era MCCLVII.
Mientras tanto Jaime I y los nobles aragoneses, ajenos a la
cruzada, entendieron la entrada de la hueste navarra como intru-
sa, de forma que cuando los navarros combatían a los musulmanes,
Artal de Luna y otros caballeros de Zaragoza, Tarazona y Calahorra
penetraban en el Reino de Navarra. Honorio III les exigió hacer re-
paración a Navarra (Flórez, III, p. 400; Porres, 1993, p. 189; Mari-
chalar, 1934, p. 172.).
El objetivo fundamental del arzobispo D. Rodrigo Jiménez de
Rada era tomar Requena, lo que le acercaría a Segorbe, Játiva, Valen-
cia y Denia. Pero fracasó, limitándose la conquista a 
y Serrella. El arzobispo diseñaría un plan para facilitar la consecu-
ción futura 
documento de infeudación de esas tres poblaciones, a su primo Gil
Garcés de Azagra junto con su esposa Toda Ladrón. Ambos se obli-
gaban a entregar al arzobispado de Toledo un marco de plata el día
de Santa María de Agosto, con el compromiso de que «-

». Gil Garcés era primo
suyo y del señor de Albarracín, al igual que hijo de García Ruiz, her-
mano de Pedro y de Fernando Ruiz de Azagra. A su vez, Gil Garcés
y su esposa Toda donaban al arzobispo Vallacroche –actual Valaclo-
che– y Mora (Madoz, VIII, p. 200 y XV, p. 261) -«

»- y se reconocían sus
vasallos respecto de estos y otros castillos que en el futuro pudieran
conquistar él o sus herederos (León y Mombiedro, 1996-2001; Hi-
narejos, 2003, p. 3; Paz, 1928, pp. 445-447). Creaba así un señorío
autónomo similar al de Albarracín desde donde podría operar con
más libertad e independencia contra los mahometanos valencianos
 recuperar Segorbe, Valencia, Játiva y Denia para la sede
toledana.
, al iniciar su mandato, había entregado el go-
bierno del territorio valenciano al sayyid almohade Abù Abd Allah b.
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descendiente de pero entre 1222-1223
fue otro sayyid,  –descendiente del primer
califa quien se hizo con el poder. También el go-
bierno de Murcia sería regentado por 
, otro hijo de . El 6 de enero de 1224 fallecía de
una cornada por
y dejaba como heredero al que naciera de una concubina en cinta.
Ante tal situación, el 6 de marzo el sayyid de Murcia, Abù Abd Allah
r, se proclamaba '
(Sánchez, 1978, II, pp. 393 y ss.; Guichard, 2001, pp. 161-162). Ni
el emir de Baeza, ni su hermano el sayyid de Valencia
Abú Zayd reconocieron como califa a Al-Ádil. La descomposición del
mundo almohade se aceleraba a causa del enfrentamiento entre am-
bas facciones, lo que aprovecharon los nobles de ambos reinos cris-
tianos para realizar correrías y conquistas en la frontera espoleados

y aprovechar la debilidad almohade. Las referidas del arzobispo to-
ledano Jiménez de Rada son un buen ejemplo de ellas.


El hijo de doña Berenguela de Castilla sería el primero en
atisbar la oportunidad de ampliar su territorio ante la fragilidad de
los gobernantes mahometanos y, sobre todo, de conseguir cuantio-
sas parias a cambio de apoyar a una u otra de las facciones anda-
lusíes. En 1224, en una reunión curial en Carrión, los castellanos
decidieron hacer la guerra a los musulmanes. Antes de emprender
viaje a Toledo recuperó las plazas de Alcalá y cuevas de Garadén y
trató de consolidar su posesión tras el fracasado intento de Jiménez
de Rada de conquistar Requena. El 16 de junio, desde Munio, las
cedió al monasterio de San Geraldo de Selva la Mayor y a su prior
de Ejea con el claro objetivo de asegurar las defensas en la inesta-
ble frontera sur de Cuenca (Pretel Marín, 1986, p. 261)4. Después
4 Selva la Mayor era una orden militar fundada por el monje francés san Gerardo, cerca de
Burdeos en 1079. Fernando III trataría de facilitar su expansión por Castilla, en la frontera
con Aragón, donde ya se había implantado y en la que contaba con cuatro prioratos, uno
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CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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

la frontera andalusí. El , también descendiente del califa al-
, se rindió antes de entrar en batalla y le prometió vasallaje.
En noviembre los castellanos regresaban a Toledo con un importan-
te botín (Charlo, 1984, pp. 63-65; González, 1980, I, pp. 292 y ss.). A
la vista de la incursión realizada sobre el Júcar y ante la perspectiva
de que el monarca castellano dirigiera también sus conquistas hacia
la frontera valenciana, el sayyid Abù Zayd solicitó hacerse su vasallo
al igual que su hermano el . El monarca recibió la embajada,
seguramente en Toledo, con la súplica que «
». Don
Fernando aceptó, quedando en verse a su paso por Cuenca en su
viaje hacia Burgos.
La fecha de este vasallaje es un tema controvertido. Huici
(1953, II, T. 1º, p. 296), sin precisar, la sitúa a principios de 1225
a su paso por Cuenca hacia Burgos: «
-
». Años más tarde, Tarradell y Sanchís (1975, p. 311) la sitúan
con posterioridad a la incursión sobre Aspe, aseverando que el emir
valenciano -
», versión que repiten diversos historiadores
valencianos. Pero los documentos manejados nos inducen a dudar
seriamente de que fuera así. Ubieto (1981, p. 34) -siguiendo a J. San-
chís (1922, p. 60)- la adelanta a mayo, teniendo como referencia las
cortes celebradas por Jaime I en Tortosa en abril de 1225: «
».
Esta opinión queda respaldada por sendos documentos extendidos
en mayo de 1225 recogiendo que «-

» (Charlo, 1984, pp. 65 y ss.). Guichard
(2001, p. 176) la vuelva a situar después de la incursión de los cas-
tellanos sobre Aspe, a pesar de que un año antes Barceló (1980, p.
de ellos en Ejea de los Caballeros (Monterde, 2006, pp. 91-396). Según Lomax (1986) no
debió de tener éxito y muy posiblemente ambas poblaciones cayeron de nuevo en posesión

fueron entregadas a don Lope López de Haro y don Pedro Núñez de Guzmán (López, 2017,
p. 112)
AL-BASIT 68 • PÁGS. 5-44INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL»ALBACETEISSN 0212-8632
gina 24
103.) estimaba que la entrevista debió producirse con anterioridad
a ambas fechas según otro documento emitido por Fernando III el
27 de marzo de 1225 cuando ya se hallaba en Munio, cerca de Bur-
gos. Fue trascrito por el padre Burriel e incluido en 
 (Rodríguez, 1800, pp. 348-351
y ss.), y aportado por Félix Hernández (1994, pp. 34 y ss.). En di-

Venavicos5 los privilegios que en 1178 les dio su abuelo Alfonso VIII:
« -


». Por tanto, el 27 de marzo ya se
había producido en Moya el vasallaje de Zayd al rey castellano, sien-
do evidente que la entrevista se produjo antes de la incursión sobre

III ya estaba en Munio la entrevista debió celebrarse en febrero o,
como mucho, en la primera quincena de marzo (Aguado et al. 1719,
p. 85; González, 1980, II, docs. 203-205, pp. 244-248).

Hasta los primeros meses de 1225 Jaime I anduvo ocupado
en controlar las rebeliones nobiliarias y la defensa de su trono y
apenas mostró interés real por la conquista del territorio valencia-
no más allá de algunas donaciones testimoniales «
». Las conquistas del arzobispo de Toledo en la
frontera le debieron crear preocupación. Así, poco después -el 19 de
noviembre de 1219- hacía donación a los hermanos leridanos, Leo-
nardo y Juan Ager, de la alquería de Carabona en Burriana, posesión
que no se sustanciaría pues en el sitio de 1233 se volvía a conceder
al comendador de san Jorge. Los movimientos fronterizos de Fer-
nando III elevaron, sin duda, sus desvelos tal y como sugiere el que
-
tosa, incluyendo poblaciones del norte del reino de Valencia toda-
5 Venavicos debe referirse al actual Monasterio de san Juan en Burgos, situado junto al río

en 1091 (Andrés, 1917, T. LXXI, pp. 117-119).
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 25
vía en poder sarraceno (Huici-Cabanes, 1976, I, doc. 20, p. 55 y doc.
181, pp. 52 y 65-66). No obstante, sería la noticia de la sumisión del
emir valenciano a Fernando III lo que encendería todas las alarmas
en la corte de Jaime I. Así, la  (p.
25) sitúa en abril de 1225, durante su estancia en Tortosa, cuando
el monarca decide abordar una primera incursión sobre territorio
valenciano: « 


. El referido 27 de abril hizo donación al obispado
de Tortosa de los castillos de Mirabet y Zúfera, con un extenso alfoz
todavía pendiente de conquistar. Al día siguiente (28 de abril) cele-
braría cortes proyectando la conquista de Peñíscola como la acción
que le abriría el camino hacia Valencia. Son fechas en las que el vasa-
llaje de Abù Zayd a Fernando III era ya una realidad (González, 1980,
II, doc. 206-211, pp. 248-257). Las quejas de Jaime I no debieron de
 
monarca castellano por las tierras al noreste del Júcar para evitar el

los objetivos del rey castellano se centran en las campañas de con-
quista de Andalucía, con un primer intento de toma de Jaén.
      Sharq Al-Ándalus

En los primeros meses de 1225 don Lope sustituyó a don Gar-
cía en la sede obispal de Cuenca, coincidiendo con la reanudación de
las conquistas de Fernando III en Andalucía (Muñoz, 1860, p. 32).
El arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, como legado de la Cruzada,
extendió una bula concediendo idénticas indulgencias y privilegios
que en ocasiones anteriores a quienes acompañasen a don Alfonso
Téllez de Meneses “el Viejo” -hermano del obispo de Palencia don
Tello- en la incursión contra los moros en Levante (Díaz, 2002, p.
126; Rodríguez, 1800, pp. 352 y ss.). Liderados por don Lope y don
Alfonso Téllez, con milicias de Huete, Cuenca, Alarcón y Moya, ini-
cian una nueva incursión desde el sur del Júcar hasta la gobernación
de Murcia, llegando a Aspe en el valle del Vinalopó «
AL-BASIT 68 • PÁGS. 5-44INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES «DON JUAN MANUEL»ALBACETEISSN 0212-8632
gina 26
Rayab» que empezaba el 9 de julio. La 
Castilla (Charlo, 1984: 68) da cuenta de dicha incursión y coincide
con  (Huici, 1970, III, pp. 241 y ss.)
«Lo de ´Afs fue semejante a lo de Tejada, de lo que ya se habló en el
año 621 (1224); lo uno se desarrolló en el Occidente de al-Anda-
lus, lo otro en el Levante del mismo país. Los adoradores de la cruz
habían avanzado hasta , localidad dependiente del gobierno de
Murcia. Las tropas de esta ciudad, acompañadas por el populacho,
salieron para atacar al enemigo; muchos de los murcianos resul-
taron muertos, otros muchos fueron hechos prisioneros» (Molina,
1978: 25; González, 1980: I, 293; Abid, Mizal, 1989: 284; Vallvé,
1972: 157; Azuar, 1981: 53 y ss.; 1982: 36; 1995: 247 y 250.).
         
        del reino de
Valencia por Abù Zayd e inicio de conquistas en Sharq Al-
Ándalus
Los movimientos de los castellanos encendían las alarmas
de Jaime I. A sus 17 años, cansado de batallar contra las conspira-
ciones de sus familiares y de la alta nobleza catalano-aragonesa y
ante el temor de verse sobrepasado por los acontecimientos cas-
tellanos, vio la oportunidad de concitar los intereses de la corona
reiniciando las conquistas. Ello llevó al monarca a precipitar su pri-
mera incursión contra los sarracenos valencianos, siendo el objetivo
conquistar el castillo de Peñíscola (Tourtoulon, 1874, I, pp. 151 y
ss.). Ante el desinterés de los nobles y lo escaso de la hueste que
acudió a su llamada en Tortosa, marcharía a Teruel y Lérida para
conseguir hombres y medios. Desde Lérida, donde se encontraba el
30 de junio de 1225, se desplazaría a Tortosa y el 13 de agosto ini-
ciaba el asedio del castillo de Peñíscola que duraría, al menos, hasta
primeros de octubre, casi dos meses. El intento fracasó por precipi-
tación, desinterés nobiliario y escasa preparación del asedio. Al no
haber sido una campaña exitosa, no quedaría constancia alguna del
intento en la  (Huici-Cabanes, 1976, I, docs. 70 y ss., pp. 147
y ss.; Miret, 2007, p. 57; Ubieto, 1981, I, pp. 38-39). Tras el fracaso de
Peñíscola Jaime I aplazaría las conquistas hasta 1229, pero el pun-
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 27
to de mira ya no serían las tierras valencianas sino el archipiélago
Balear, que para los intereses de los nobles catalanes y la burguesía
barcelonesa resultaba mucho más atractivodicho año
el sayyid de Onda, , nieto de 
-hermano del Rey Lobo- se levantó contra Abù Zayd y se instaló en
Valencia, a la vez que el emir murciano  se apoderaba de Já-
tiva y Denia. Abù Zayd, ante el fracaso de su vasallaje a Fernando III,
trató de salvar su reino refugiándose en Segorbe y entrevistándose
con Jaime I para pedirle ayuda contra el usurpador (Huici 1964, II,
p. 526; González, 1980, I, p. 312; Charlo, 1984, pp. 77-78; Chabás,
1891, p. 152). En enero de 1232, dada la m imposibilidad
de recuperar su territorio, cedía el reino a Jaime I. Este documento
de cesión proporcionaba al rey aragonés la coartada perfecta para
reiniciar sistemáticamente las conquistas en el territorio valencia-
no, proceso que inició sitiando la importante localidad de Burriana,
pero con la vista puesta en abrirse camino hacia las puertas de la ca-
citar la fuente, que
en 1233 el obispo de Albarracín, don Domingo Ruiz de Azagra, con
relción muy directa de los Azagra de Albarracín, estuvo con Jaime I
en el sitio de Burriana y celebrando «
-
». Aunque este hecho no aparece en
el , los documentos librados en el asedio de Burriana

hubo de tener con el monarca pues, en lo sucesivo, dejó de acompa-
ñarlo y no estaría presente en las Cortes de Tarragona en marzo de
1235. Es probable que provocara la protesta de su arzobispo tras
fracasar Jaime I en la incorporación del obispado de Mallorca a la
sede metropolitana de Tarragona al decretar Gregorio IX la depen-
dencia directa de la Santa Sede. Jaime I el 13 de noviembre de 1236,
desde Lérida -con la presencia del arzobispo y resto de obispos de
sus reinos, excepto el de Albarracín, don Guillem (1235-1237) que
había sucedido a don Domingo-, prometía crear la sede episcopal
de Valencia, dotarla convenientemente cuando fuera conquistada
y hacerla dependiente del arzobispo tarraconense: «

» (Huici-Cabanes, 1976, I, doc. 182, 183, 185, p. 315 y ss.,
doc. 239-240, pp.388 y ss.).
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
La decisión de Jaime I debió de poner en guardia a Jiménez
de Rada que proyectó un último intento para conseguir que las igle-
sias del territorio valenciano pertenecieran a la metropolitana de
Toledo, como lo habían sido en la antigüedad tardía. Mientras Jaime
I en el Puig de la Cebolla se preparaba para llevar a cabo la conquista
de Valencia, una bula de Gregorio IX con fecha 9 de enero de 1237
recomendaba al arzobispo de Toledo y sus sufragáneos socorrer al
obispo de Segorbe-Albarracín. A la vez que dirigía otra misiva a Fer-
nando III recomendándole la restauración de la sede segobricense,
[…] pro eo quo longo tempore sub sarracenorum potestate detenta
varias perpessa est angustias et praesuras gravi paupertatis
onere deprimatur, celsitudenem tuam rogamus, et in Jesuchristo
deprecamur attente, quatenus, si qua de locis quae in segobricensi
diocesi nunc possident sarraceni, ad manus tuas devenerit, ea
cultui christiano restiui, et de ipsis eidem facias ecclesiae, in
spiritualibus responderi.

de Cuenca Gonzalo Ibáñez Palomeque, participando junto a Fernan-
do III en la conquista de Córdoba en 1236 y compartiendo dona-
ciones con don Alfonso Téllez de Meneses  (Nieto, 1982, p.
214; Díaz, 2002, pp. 128-129). Más belicoso todavía que los anterio-
res obispos, fue » por cam-
biar en diversas ocasiones «-
da». En mayo de 1238 Zeyt Abu Zeyt,
al nuevo obispo de Albarracín don Simón Jimeno o Eximenus -que
sucedió a don Guillem-, la posesión de Segorbe y otros lugares que
en el pasado habían pertenecido a dicha sede (Villanueva, 1804, III,
pp. 40-41, 57 y ss. Y 230-233; 186, 208 y ss.; Zurita,
III, xvi; Gorosterratzu, 1925, pp. 291 y 454.).
La exhortación de Gregorio IX al arzobispo de Toledo y sus
sufragáneos, entre los que se encontraba Palomeque, serviría de
pretexto a Jiménez de Rada para promover incursiones en los te-
rritorios valencianos en proceso de conquista. Muñoz Soliva (1860,
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 29
pp. 33, 35 y 84) aporta el siguiente testimonio del libro de -
 «». La información para
determinar como pasó Requena al reino de Castilla es ambigua, pero
no debió ser resultado de un ataque y, por supuesto, no sería dirigi-
do por el monarca ya que ese año lo pasó en Burgos y no hay refe-
rencias de que interviniera en acción bélica alguna. Tampoco pudo
dirigirlo el arzobispo Jiménez de Rada pues desde la primavera has-
ta el otoño de 1238 estuvo en Toledo ocupado en la construcción de
la catedral, reorganizando el cabildo y en los asuntos de Teobaldo de
Navarra y del Reino de Portugal (Crespo, 2015, p. 25; Gorosterrat-
zu, 1925, pp. 266-269 y 314-326). Y tampoco pudo encabezarlo el
nuevo obispo de Albarracín-Segorbe, que en mayo del año en curso

la donación por Zeit Abu Zeyt de Segorbe y otras localidades de su
entorno en presencia del señor don Pedro Fernández, marchando
después junto a Jaime II (Huici-Cabanes, 1976, II, doc. 272, p. 38).
Lo más probable es que al producirse el sitio de Valencia y
la donación de Segorbe, Requena y posiblemente Ayora y demás
localidades del valle, fueran entregaran a Castilla al estar sometidas
a una fuerte presión desde Alarcón, Moya e Iniesta. Por esta razón
los jueces no hablan de conquista sino de entrega de la plaza. Ambas
localidades, fronterizas con el distrito islámico de Játiva, servirían
de centro de operaciones al obispo de Cuenca, Gonzalo Ibáñez Palo-
meque, a su hermano y a Sancho Sánchez Mazuelo para intentar la
entrega de Alcira y Játiva e integrarlas en la sede metropolitana de
Toledo. Gil Garcés de Azagra había fallecido y el protagonismo en la
frontera lo asumirían Ibáñez Palomeque y su hermano. El hijo de Gil
Garcés y su madre doña Toda no debieron sentirse concernidos a
pesar de la infeudación que hizo el padre, pues se habían incorpora-
do al séquito de Jaime I que, el 16 de junio de 1239, les hacía varias
donaciones en el territorio conquistado (Cabanes-Ferrer, 1979, I,
n.º, 1479, p. 161; León y Mombiedro, 1996-2001, nota 86; Domingo,
2013, pp. 9 y ss.). La entrega de Requena se produjo, por tanto, en
fechas coincidentes o próximas a las de la ocupación aragonesa de
Valencia y su huerta.
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gina 30

Y CATALANO-ARAGONESES

Los intentos de Jiménez de Rada de incorporar las sedes epis-
copales levantinas al arzobispado de Toledo provocaron un fuerte
enfrentamiento con el arzobispado de Tarragona. En 1238 don Pe-
dro de Albalat sustituía al dimisionario Guillermo de Mongrí en la
sede tarraconense y ese mismo año don Jaime le entregaba todas
las mezquitas intra y extramuros de la ciudad de Valencia. Albalat,
en pugna con el arzobispo toledano, había consagrado a toda prisa,
ya antes de la rendición de  al dominico Berenguer de Cas-
tellbisbal como obispo de Valencia. Inmediatamente después de la
rendición tomó posesión de la mezquita mayor, ordenó presbíteros
y creó canónigos en presencia del rey y dio posesión al obispo solici-
-
tuvo presente en la rendición y entrega de la ciudad (Huici-Cabanes,
1976, II, doc. 273, p. 39) y según Villanueva (1804, III, pp. 42 y ss.)
[…] sostuvo los derechos de su metropolitano, diciendo la primera
misa en la Iglesia de san Vicente Mártir, extramuros de la ciudad y,
ganada ésta, en la de San Miguel, dando sepultura al primer difun-

el proceso que se guarda en la Iglesia de Toledo, acerca de la juris-
dicción que esta metrópoli y la de Tarragona pretendían sobre la
de Valencia, la cual el año siguiente de 1239 quedó adjudicada a la
de Tarragona, accediendo en esto el papa Gregorio IX a los deseos
del rey don Jaime.
Sin embargo el obispo de Gerona, sufragáneo del arzobispo

-
sión de la mezquita en catedral- que la única oposición presenta-
da fue la de un clérigo que decía pertenecer a la iglesia de Toledo,
aportando un misal y protestando que dicha iglesia pertenecía a su
arzobispado (Gorosterratzu, 1925, pp. 329-330; Fita, 1902, T, 40,
pp. 335-352; Martínez, 2022, pp. 72 y ss.). Lo realmente cierto es
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
gina 31
que el enfrentamiento con el arzobispo de Toledo estaba servido,
aunque no aparece referencia alguna en la . Jiménez de Rada

Gregorio IX los derechos de la sede toledana. El papa extendió una
bula en abril atendiendo a las razones del toledano, prohibiendo a
don Berenguer ocupar la silla valenciana y adjudicándole el obis-
pado de Lérida. Además, ordenó abrir un proceso que encomendó
a tres jueces, uno de cada reino, con el mandato de que si en el pla-
zo de dos meses no se emitía sentencia se designase un obispo que
fuera reconocido por los dos arzobispos. La demora en la resolución
del pleito propició el nombramiento de Ferrer Pallarés. En la sen-
tencia emitida por los jueces de Castilla y Navarra se daba la razón
a la diócesis toledana, de lo que se informó a Jaime I desde Tudela
con fecha 31 de enero de 1240. El tercer juez, procedente de Aragón,
daba la facultad al arzobispo de Tarragona. Pedro de Albalat sin es-
perar la resolución del contencioso en Roma, convocó un concilio en
la ciudad de Valencia con la complicidad del monarca aragonés. Se
celebró el 8 de mayo de 1240, asistiendo como obispo electo Ferrer
de Pallars que el 21 de mayo prestó obediencia al arzobispo tarraco-
nense y se incorporó al séquito de Jaime I (Huici-Cabanes, 1976, II,
doc. 276, p. 42 y doc. 316, p. 81; Gorosterratzu, 1925, pp. 324, 331-
343 y 458; Fita, 1902, T, 40, pp. 341-348 y ss. y 464 y ss).
-
salias tomadas contra Jiménez de Rada que hizo su vuelta desde la

palio y concediendo indulgencias. En el concilio se decidió que de
volver a suceder se pusieran en entredicho eclesiástico esos lugares
y Jiménez de Rada sujeto a excomunión por la autoridad del arzo-
bispo y del concilio. Enterado el toledano se quejó al papa que envió
una carta a don Pedro de Albalat el 16 de abril de 1241 reprendien-
do su forma de proceder y declarando nulo el entredicho y la exco-
munión. Según Gorosterratzu (1925, p.331), Inocencio IV, sucesor
de Gregorio IX después del breve reinado de Celestino IV, mandó
revisar todo el proceso y parece que fue sobreseído por incompa-
recencia de las partes, posiblemente por desistimiento de Jiménez

entre el obispado de Albarracín-Segorbe y el de Valencia no terminó
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gina 32
aquí. Se recrudeció a la muerte de Jiménez de Rada en 1247, prolon-
gándose en el tiempo (Tejada y Ramiro, 1851, II, 349 y VI, pp. 32-33;
Chiner, 1998, pp. 17-31; Olmos, 1961, I, v.; Martínez, 2022, pp. 74 y
ss.).

Tampoco los catalano-aragoneses terminaron de renunciar
a la conquista del Sharq Al-Ándalus hasta Lorca. La corte de Jaime
I, que no debía de ignorar el tratado, se mostraba proclive a incum-
plirlo como demuestra un documento fechado el 31 de diciembre
de 1228 y conservado en el archivo catedralicio de Barcelona. En él
prometía al obispo de la ciudad condal los derechos sobre las igle-
sias de Mallorca, Denia y Orihuela cuando Jaime I estaba planeando
la conquista de Mallorca. Era evidente, según Peray y March (1908:
455), su «» (Miret i
Sans, 1907, p. 138). Pocos meses después de conquistar Valencia, el
6 de marzo de 1239 -por las mismas fechas que respaldaba la cabal-
gada sobre Villena y Sax, consciente o inconscientemente- Jaime I se
intitulaba «», en un
diploma por el que garantizaba a los judíos de Zaragoza -
» (Baer, 1929, pp.
93-94; Torres, 1973, p. xliv). Los catalano-aragoneses se resistían
a aceptar las cesiones hechas en Cazola y veían con suspicacia la
pretensión castellana de patrimonializar el concepto de España del
que se sentían parte preferente: «

» (, 290-292).
En esas mismas fechas en que los castellanos conspiraban
para incorporar a Castilla Alcira y Játiva, el vizconde de Cardona,
don Ramon Folch y otros cincuenta caballeros consiguieron permi-
so del rey para realizar una cabalgada sobre localidades situadas en
el reino de Murcia más allá de Biar. Aunque el  (290
y ss.) sea la única fuente en la que se narran los hechos, documentos
posteriores avalan la conquista de Villena y de Sax por los catalano-
aragoneses. Dice la «
   -
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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ller

» Debieron seguir el camino tradicional que,
desde la planicie valenciana, se dirigía al reino de Murcia por Játiva,
Onteniente y Biar, siendo Villena el primer sitio al que llegaron, en-
trando en la población. La oposición sarracena les impidió ocuparla,
viéndose obligados a limitarse al robo de la ropa que hallaron en las
primeras casas, marchando a Sax, más pequeña y peor defendida.
E puys anaren a Saix, e faeren hi vna brocada quels tolgren
de la vila gran partida, e ·I· sarray tira dun terrat vn cantal e
dona an Artal Dalago sus el capel de ferre, si quel derroca del
caual, e daquel colp ach a morir: e quan uiren que fo mort
Artal Dalago tragueren lo defora, e hagren sen a eixir pel
mal que aqui hauien pres, e aixi con degren anar pus a auant
acort que Pus Artal Dalago era mort que sen tornassen.
La muerte de Artal de Alagón en Sax les obligó a volver sin
haber alcanzado ninguno de los objetivos perseguidos. Dice la Cró-
 (315 y ss.) que el comendador de Alcañiz volvió sobre Villena
con algunos  y almogávares consiguiendo que los mahometa-
nos solicitaran la protección del rey, que les ordenó entregarse a los
calatravos y así lo hicieron. La primera incursión coincidiría con la
entronización de en la capital murciana en abril de 1239 y no

de que la tregua pactada en Ruzafa no incluía sus nuevos dominios
y denunciar a los castellanos por haber llevado a cabo la ocupación
de Requena siendo de conquista aragonesa.
No hay ningún testimonio de que en esas incursiones tam-
bién se entregara Sax, pues nada de ello se dice en la . Sin
embargo, es muy probable que según la leyenda conservada en di-
cha población a través del tiempo sobre el capitán Berenguer, fuera
conquistada en la primavera de 1242 por don Berenguer d’Entenza
y su hermano Gombald, decididos a vengar la muerte de su pariente
don Artal, en una batalla que debió darse en la actual Santa Eulalia,
entre Villena y Sax. No habían tenido una conducta muy ejemplar
durante la ause
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habían desnaturalizado. En la primavera de 1242, a su paso por Sax
para unirse a la hueste del infante castellano don Alfonso y parti-
cipar el año siguiente en la campaña de ocupación de Murcia, con-
quistarían Sax auxiliados por los calatravos de Villena. En 1244, por
el tratado de Almizra, se devolvió a Castilla Villena, Sax y su impor-
tante alquería de Salinas. Dichas plazas fueron reclamadas por el co-
mendador Lope Martín al papa en 1246 (López, 2016, pp. 269-288;
Vázquez, 2016, pp. 311-334; Torres, 1973, pp. xxxvi y 5).
        
reino de Castilla
Las frecuentes correrías e incursiones de los catalano-arago-
neses sobre el territorio islámico durante las ausencias del monar-
ca, impulsaron a los arráeces de Játiva y Alcira a solicitar la ayuda de
los castellanos que se habían acercado a la frontera con la ocupación
 que desde Murcia trataba de
aproximarse a Fernando III una vez fracasado su intento de permu-
tar con don Jaime Alicante por la isla de Menorca.  amena-
zado en el norte por el rey aragonés y desde el sur por el nazarí
, veía muy inestable su permanencia en el poder murciano
por lo que intentó asegurarse la posesión de la isla de Menorca, más
fácil de conservar que el reino de Murcia al considerar al monarca
castellano menos agresivo que Jaime I, que le había expulsado del
-
fa y combatía con inusitada crudeza a sus aliados de Játiva.
Los castellanos tratarían de aprovechar la situación para
conseguir la entrega de Játiva y Alcira a Castilla bajo el impulso del
arzobispo de Toledo y de los obispos de Cuenca y Albarracín-Segor-
be, frustrados por el desenlace de la sede valentina. El vacío de po-
der provocado por la marcha de a Denia y a Murcia, unido
a las incursiones de rapiña de los caballeros catalano-aragoneses

sobre esas dos importantes poblaciones, liderados por el hermano
del obispo de Cuenca -Ibáñez Palomeque- y por Sancho Sánchez Ma-
zuelo (307 y 316 y ss.; Ventura i Conejero, 1994, p.
22. Blázquez, 1907, pp. 57 y 86).
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CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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En la primavera de 1242 el monarca regresaba a Valencia,
preocupado por la nueva situación. Al reinstaurarse en Murcia la
dinastía hudita y activarse las maniobras castellanas sobre las dos
poblaciones se complicaba la vida en la frontera. El arráez de Alci-
ra, que había negociado con Sancho Sánchez Mazuelo la protección
de Castilla, temiendo el castigo al regreso de don Jaime tal y como
les había sucedido a los de Játiva, huyó a Murcia con treinta caba-
lleros «-
», y los viejos de la aljama se entregaron al
monarca (Ibáñez, 1777, p. 20; yts, 329-332; Guichard,
2001, p. 560; Cabanes-Ferrer, 1979, vol. I, n.ºs 155-242).
El enfrentamiento con los castellanos se recrudecería con
la ocupación de Enguera y Mogente por Pedro Núñez de Guzmán
que impuso castigos ejemplares para que sirvieran de escarmiento:
mandó ahorcar a varios de sus habitantes por no querer entregarle
la plaza, así como a Ibáñez Palomeque, apresado por Pedro de Lobe-
ra por encontrarlo conspirando con el arráez de Játiva, según recoge
la. Poco después, en Almizra, Jaime I y el infante castellano
don Alfonso llegan a un nuevo acuerdo por el que determinan sobre
el terreno los límites de sus respectivas conquistas, establecidas se-
tenta años antes en Cazola. De cualquier forma, dicho acuerdo no
dejó nunca de ser provisional.
CONCLUSIONES
Hasta la primera mitad del siglo XIII los problemas de des-
linde de la frontera entre castellanoleoneses y catalano-aragoneses
-desde el mismo momento en que ambos reinos confrontaron con
Ramiro I de Aragón y Alfonso VI de Castilla- siempre se resolvieron
mediante pactos. Los documentos conservados en distintos archi-
vos permiten constatar las buenas relaciones entre los monarcas de

intereses del arzobispo Jiménez de Rada y sus obispos sufragáneos
de Albarracín-Segorbe y Cuenca. Impulsados por los papas trataron
de acelerar las conquistas en el Sharq Al-Ándalus y restablecer los
límites de la sede toledana que se consideraba heredera de la car-
taginense, no solo con el distrito episcopal de Segorbe sino también
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con los de Valencia, Játiva y Denia. Tal proceder chocaría con los in-
tereses del arzobispo de Tarragona que haría todo lo posible por
impedirlo, comprometiendo al monarca Jaime I ante el temor de ver
limitado el territorio de su conquista establecido en el tratado de
Cazola.
La complejidad de las motivaciones e intereses de los prota-
gonistas según las diversas fuentes de uno y otro reino y la radical

a conclusiones divergentes, situación que el presente trabajo inten-

desentrañando la complejidad de las motivaciones y aportando
nuevas perspectivas que expliquen la secuenciación de los hechos.
Aniceto López Serrano
CASTELLANOS Y ARAGONESES EN LA FRONTERA DEL SHARQ AL-ÁNDALUS EN LA 1ª MITAD DEL SIGLO XIII
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FUENTES ARCHIVÍSTICAS:
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-
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-
 Tesis doctoral dirigida por Emilio Mitre. Universidad
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pp. 139-194.
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- (2016) Expresiones de la guerra santa en las fuentes del reinado
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(1196-1213). En C. Ayala et al. (Eds.):
 Casa de Velázquez.
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