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Gómez-Barrera, 2022 a y b); o explicaría también la existencia de
animales híbridos, como el representado en el Abrigo de las Boja-
dillas I de Nerpio, que muestra cuerpo y cabeza de ciervo, cola de
bóvido y patas de ave (Jordán, 2006).
Si el tocado triangular de picos salientes, o de orejetas, formó
parte del grupo de adornos de los grupos levantinos, otro tanto su-
cede con los dos elementos rectilíneos verticales que coronan la ca-
beza del arquero número 5 en el panel primero. Mucho más delga-
dos que aquellas orejetas, que adoptaban una clara forma triangular,
ahora son elementos muy lineales, de grosor mínimo, en ocasiones
de menos de 0,5 mm, que debieron de estar elaborados también a
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queños tallos quizás, dada la rigidez que transmiten. El número de
estos elementos y su disposición en la cabeza es relativamente va-
riado. Por lo común, el número mínimo es de dos, como sucede en
este arquero del Barranco del Moro, pero también en los ejemplos
del Abrigo de la Sarga I, Racó del Sorellets, Port de Confrides (Con-
frides), Abric de Benirrama I, Abric de les Torrrudanes (Hernández,
Ferrer y Catalá, 1998), o dentro del grupo del Alto Segura, en donde
son muy escasos, en un arquero de la Fuente del Sabuco I de Mora-
talla (Mateo, 2005) o algunos de los arqueros de la falange en media
luna antes referidos en Solana de las Coavachas III (Alonso, 1980);
por su parte, el empleo de tres apéndices los documentamos en el
Abric de les Torrudanes, el Barranc de la Palla, el Abrigo VI del Ba-
rranc de Famorca, el Abric del Barranc de l’Infern y en Coves Roges,
en Benimassot (Hernández, Ferrer y Catalá, 1998); y, excepcional-
mente, vemos cuatro de estos elementos en un arquero del Abric de
les Torrudanes. La disposición mayoritaria que adoptan es en forma
de V, aunque cuando son dos pueden mostrarse también en para-
lelo. A veces se sitúan en el centro de la cabeza, o más frecuente,
vencidos a uno de los lados.
Y no queremos dejar de comentar un último detalle, curio-
so e intrigante a la vez, del individuo número 1 del panel prime-
ro. El extremo de cada uno de sus brazos queda rematado por una
manos. Pero sabemos que el pintor levantino, cuando quiere signi-
dedos, más allá de que no siempre se representen los cinco. Su au-
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