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Aurelio Pretel Marín
FRANCISCO FUSTER (IN MEMORIAM)
La primera aventura fue Al-Basit, de la que Paco fue no solo el
promotor, diseñador y primer director, sino el propietario legal, para
evitar problemas de orden burocrático. Y, por lo tanto, “el Jefe”, como
ya le llamaba en la dedicatoria de mi libro Alcaraz, un enclave caste-
llano…”,
del Movimiento, cuya presentación, en enero de 1975, me ayudó a
convertir en un acto de crítica al sistema, lo que tiene su mérito, como
del Caudillo y en presencia del subjefe provincial de aquel partido
único. El hecho es que, después de unos cuantos intentos fallidos de
buscar el amparo de empresarios, de la Caja de Ahorros, e incluso del
naciente Campollano, decidimos lanzarnos al albur en el verano de
1975: Paco, Antonio Moreno, Luis Guillermo García-Saúco, Rubí Sanz,
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con su impagable ayuda en la búsqueda de la publicidad, escribíamos
primero los artículos, buscábamos empresas anunciantes, incluso
suscriptores, cubríamos a escote el resto de los costos de impresión
y hacíamos el reparto a librerías y kioscos en el coche de Paco o el
de Antonio, que además se encargaban de la correspondencia y de
la burocracia. No tuvimos ayuda de las instituciones, y únicamente
7 de los 85 ayuntamientos a los que remitimos ejemplares pidiendo
que lo hicieran respondieron a sus requerimientos, y solo tres de ellos
hacerlo en Albacete era morir de angustia.
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co años, pero nunca llegaba, por más que el mismo Paco realizó por su
encargo, pero a costa de su propio peculio, gestiones en Madrid ante
el CSIC y el Patronato José María Quadrado, y aunque los periodis-
tas, azuzados por él, no dejaban de hablar de que Al-Basit era su ade-
ninguna prisa, por lo que barajamos diferentes opciones, incluida la
Al-Basit y que de
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tum a Silvestre, diciendo, de manera muy poco diplomática, que, o la